El impacto de las distorsiones cognitivas en la fatiga crónica


La fatiga crónica afecta a muchas personas. El estrés, la vida sedentaria, mala alimentación, falta de sueño, entre otras «conquistas» del nuevo milenio, son aliados de una condición que puede volverse severa. Por eso, no debemos ignorar sus efectos.




1. Síndrome de fatiga crónica

Se estima una prevalencia entre 0,5% y 2,5% en la población general. Pero lo más importante es el impacto subjetivo: los sentimientos de agotamiento, exacerbados por actividades menores. Igualmente, se han reportado síntomas comunes como dolores de cabeza, dificultades para dormir, dolores musculares, dolor de garganta, ganglios linfáticos sensibles, falta de memoria y concentración. En población clínica, se ha sugerido que el 50% de los jóvenes y el 40-70% de los adultos atendidos tienen un diagnóstico psiquiátrico asociado (depresión o ansiedad).

Si bien para el diagnóstico no hay una constelación sintomática ni pruebas de laboratorio definitivas, son útiles los criterios de Oxford (1995), basados en las siguientes normas:


—Al menos seis meses de duración.
—Comienzo definido.
—Función deteriorada (en actividades de la vida diaria y participación social).
—Fatigabilidad física y mental.
—Mialgia.
—Alteración del estado de ánimo y del sueño.


2. Modelo cognitivo de la fatiga crónica

Hay diversos factores en el cansancio crónico. Los desórdenes hormonales, infecciones virales, deficiencias inmunitarias y traumas afectivos, en conjunto, contribuyen a su desarrollo y mantenimiento. Sin embargo, el modelo cognitivo, inspirado en «Chronic Fatigue and Its Syndromes», libro de Simon Wessely, integra las variables psicológicas relevantes.

Factores predisponentes

Tanto los biológicos como los psicológicos, se consideran predisponentes en la fatiga. Sabemos que el eje hipotálamo-pituitario-suprarrenal, involucrado en la respuesta biológica de estrés, presenta alteraciones de regulación, como se ha observado en muchos pacientes. Este estado produce vulnerabilidad al síndrome. Los factores psicológicos, por otro lado, también son importantes. Rasgos como perfeccionismo, hipersensibilidad, conformismo, obsesividad y dependencia son característicos en adolescentes con fatiga crónica. Las creencias desadaptativas —«Yo no valgo nada», «Soy vulnerable», «No puedo lograrlo»— no quedan al margen, cuando sumamos baja autoestima al síndrome.

Factores desencadenantes

La fatiga crónica se gatilla por una serie de factores —infecciones virales, deficiente respuesta inmunitaria, desequilibrios hormonales y traumas físicos—, que reducen la energía y generan falta de sueño. Alternativamente, eventos estresantes desencadenan la condición. El maltrato conyugal, accidentes de tránsito, acoso laboral, embarazo, problemas económicos, desordenes alimentarios y divorcios se asocian al inicio del trastorno.

Factores mantenedores

Una vez instaurado, algunos factores mantienen el síndrome. El «desacondicionamiento», referido a los efectos de la inactividad, tiene solidez científica. La persona fatigada cree que descansar es lo adecuado; sin embargo, reposos prolongados llevan a más inactividad con aumento de fatiga muscular. En la esquina opuesta, el impulso de mejorar rápidamente puede derivar en actividad excesiva y en consiguiente cansancio, demandando más períodos de descanso. La fatiga diurna también se ve afectada por el insomnio, la focalización en la enfermedad, la preocupación excesiva y la ausencia de apoyo familiar.


3. Fatiga crónica y negatividad

Hay diversas «lecturas» para cada situación. La forma en que piensas influye en tu salud o enfermedad. William James explicó el proceso: «Siembra una idea y cosecharás un deseo; siembra un deseo y cosecharás una acción; siembra una acción y cosecharás un hábito; siembra un hábito y cosecharás un carácter; siembra un carácter y cosecharás un destino».

Ciertamente, no es sencillo mantener una actitud positiva cuando se padece fatiga crónica. Sentirse frustrado y preocupado, afrontar un futuro incierto y activades restringidas tienen un costo emocional. Sin embargo, rendirse a la «oscuridad» empeora la condición. Los pensamientos distorsionados de las personas con fatiga crónica son temores sobre la enfermedad y estándares muy elevados que son difíciles de mantener cuando existe fatiga crónica.

Miedos sobre la enfermedad

Los síntomas son debilitantes y progresivos. Debido a esta contingencia, no habrán «mañanas soleadas» para la persona afectada. Los pensamientos negativos, en cascada, aumentan el malestar e invaden más áreas vitales. Por otro lado, los familiares y amigos, «expertos» en consejos de recuperación, debilitan más la autoestima, criticando la «mala voluntad» del paciente que no sigue las pautas. Veamos cómo los pensamientos causan disturbios, usando el esquema ABC de la terapia cognitiva, donde A=situación; B=Pensamiento; y C=emoción y conducta.

A: Me desperté exhausto y adolorido después de caminar demasiado el día anterior.
B: «Debo estar empeorando».
C: Temores y descanso la mayor parte del día.

Estándares extremadamente altos

Los efectos dificultan mantener estándares previos de actividad en personas muy ocupadas, enérgicas, exitosas y perfeccionistas. Por desgracia, sentirse como un «ángel caído» tiene múltiples secuelas:

—Ser autocrítico, un verdugo implacable.
—Inseguro de comenzar cosas nuevas, temiendo no poder hacerlas a la perfección.
—Juicio en duda, dificultando completar las tareas.
—Focalizar en las cosas que no ha realizado.
—Culpabilidad galopante por no haber completado una tarea.
—Frustración por rendir menos de lo que solía hacer.

Tenemos otro esquema ABC para ilustrar el punto:

A: No logré todo lo agendado para este día.
B: «¡Soy inútil! Ya debería haber entregado el proyecto».
C: Frustrado por no completar las tareas y descargar la cólera con mi esposa.


4. Desafiando la negatividad

Ya señalamos cómo los pensamientos negativos afectan las emociones y lo que hacemos. Desafiarlos no solo ayudará a ver las cosas de una manera más positiva, sino realista. Evaluando tus pensamientos, notarás la tendencia hacia uno o dos errores en particular. Puedes valerte de las siguientes preguntas para desafiar su contenido.

—¿Será cierto lo que estoy pensando?
—¿Tengo evidencias para mis afirmaciones?
—Si tengo evidencias ¿son suficientes?
—¿Existe alguna explicación alternativa?
—¿Qué es lo peor que podría ocurrir si sucediera lo temido?
—¿Podría encontrar beneficios a pesar de la crisis?


5. Pensamientos alternativos

La reestructuración cognitiva, técnica utilizada para desafiar y reemplazar pensamientos negativos, continúa con la formulación de pensamientos alternativos, saludables y más equilibrados. Uno o dos pensamientos alternativos serán útiles para adquirir otra visión de la fatiga crónica:

1. Pensamiento distorsionado: «No puedo cumplir con mis responsabilidades debido a mi fatiga. Soy un fracaso y todos piensan que soy un vago».
    Pensamiento alternativo: «La fatiga crónica es una condición real que afecta mis niveles de energía. Estoy haciendo todo lo posible para controlarla y todavía puedo encontrar formas de realizar tareas a mi propio ritmo».

2. Pensamiento distorsionado: «No puedo trabajar ni perseguir mis sueños debido a mi fatiga. Mi vida ha terminado y nunca lograré nada significativo».
    Pensamiento alternativo: «Si bien la fatiga crónica plantea desafíos, no significa que no pueda adaptarme y encontrar formas alternativas de perseguir mis pasiones y hacer contribuciones significativas».

3. Pensamiento distorsionado: «Me siento culpable por ser una carga para los demás. Nunca podré contribuir o ser independiente».
    Pensamiento alternativo: «Está bien pedir ayuda cuando la necesito. Mis seres queridos se preocupan por mí y quieren apoyarme durante los momentos difíciles».

4. Pensamiento distorsionado: «Me estoy perdiendo mucho en la vida debido a mi fatiga. Nunca podré experimentar las cosas que quiero».
    Pensamiento alternativo: «Si bien la fatiga crónica presenta limitaciones, puedo encontrar alegría en otras actividades que se adaptan a mis niveles de energía. Todavía puedo apreciar las experiencias significativas».

La reestructuración cognitiva no es sencilla, pero con un esfuerzo constante puede ayudar a desarrollar una perspectiva más positiva, reduciendo el impacto de los pensamientos distorsionados.


Conclusión

La fatiga crónica es una condición que afecta la calidad de vida. Aunque hay factores desencadenantes difíciles de controlar, las variables psicológicas pueden modificarse a través de la reestructuración cognitiva. A través de este proceso, los pensamientos distorsionados son cambiados por pensamientos alternativos, aliviando el estrés y malestar asociados con el síndrome. Además, hay consejos adicionales para la fatiga crónica: aumentar la calidad del sueño para «recargar» las células; limitar las actividades sociales innecesarias y prestar más atención a la familia, pasatiempos y lectura; practicar actividades placenteras que generen emociones positivas; meditar al menos cinco minutos al día para mejorar los hábitos de respiración; y realizar actividades al aire libre, como caminatas que permiten calmar al cerebro.

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