Algunas familias emplean el castigo físico. Existen sobradas razones para
abandonarlo y reemplazarlo por una educación asertiva. Según la OMS, «los
castigos corporales están vinculados a diferentes efectos negativos para los
niños en todos los países y culturas, en particular problemas de salud física
y mental, deterioro del desarrollo cognitivo y socioemocional, malos
resultados escolares, y una mayor agresividad y posibilidad de recurrir a la
violencia». No obstante, con tristeza veo en mi consulta «apologistas del
maltrato», convencidos de que fuerza es igual a disciplina. Para demostrar que
el «garrote» correctivo no funciona te ofresco algunas razones.
Mano dura
La «letra con sangre entra» sobrevive en el ideario familiar. Me sorprende
escuchar a los padres propugnar que la «mano dura» es la solución contra la
indisciplina. Pero más sorprendente es escuchar a esos mismos padres, quejarse
por haber recibido una «educación de hierro». Ellos conservan memorias
dolorosas y resentimientos inconscientes que se manifiestan en el curso de la
terapia.
«A cocachos aprendí»
Por fortuna, las cosas van cambiando poco a poco. Tiempo atrás se pensaba que
el castigo era un método efectivo. Nuestra cultura abunda en ejemplos.
Recuerdo haber leído en la escuela las «Tradiciones Peruanas», de Ricardo
Palma, donde «Al rincón quita calzón» retrata el arraigado recurso del
«nalgazo». Otro clásico escolar era «A cocachos aprendí» —entiéndase
coscorrones—, poema de Nicomedes Santa Cruz, que consagró la palmeta como
método:
A cocachos aprendí
mi labor de colegial
en el Colegio Fiscal
del barrio donde nací [...]
Yo creo que la palmeta
la inventaron para mí,
de la vez que una rompí
me apodaron «mano 'e fierro»,
y por ser tan mataperro
a cocachos aprendí [...]
15 Razones contra el castigo físico
El castigo o maltrato físico puede incluir formas como el zarandeo, jalón de
orejas, bofetadas, etc., —lo demás lo dejo a tu imaginación— acompañadas de
insultos, humillaciones, desvalorización, amenazas de abandono o la «ley del
hielo». Para los padres defensores del castigo físico —pocos felizmente—
ya que ignoran sus efectos negativos, les daré 15 razones. Es inadecuado porque...
Razón 1
La meta de la disciplina es la autodisciplina. Los niños tienen que aprender a
controlar sus propias conductas en ausencia de los padres —adquirir
autocontrol—. Este objetivo es incompatible con el castigo que no es otra cosa
que control externo.
Razón 2
La misión parental en la infancia es establecer la «confianza básica» —piedra
angular de la estabilidad emocional en la adultez— no la inseguridad o temores
infantiles.
Razón 3
En general quienes aplican el castigo físico son padres inmaduros y con escaso
control emocional. Ellos pretenden disciplinar en medio de una explosión
iracunda. La «agenda escondida», más que disciplinar es descargar la
frustración acumulada.
Razón 4
Porque se ignoran mejores alternativas o no les interesa aprender nuevas
herramientas, como asisitir a escuela de padres o consultar un psicólogo
infantil. Es frecuente ante una falta, reaccionar gritando o «levantando la
mano» —conducta habitual o estereotipada—.
Razón 5
Al maltratar físicamente estas modelando una conducta agresiva que el niño(a),
como espejo, replicará en el futuro. Es común ver a un niño maltratado golpear
a sus hermanos u otros niños.
Razón 6
Muchos niños maltratados, una vez adultos, repiten los mismos patrones de
crianza con sus hijos. Por desgracia, la agresión se perpetúa de generación a
generación.
Razon 7
No funciona porque se acompaña de humillaciones y comparaciones que disminuyen
la autoestima. En estas condiciones, es evidente que el niño(a) tendrá más
problemas de conducta.
Razón 8
No funciona porque tras el castigo, el niño entiende solamente que hizo mal, pero no recibe suficiente información de la conducta esperada y las
consecuencias de no realizarla. Esto sí puede lograrse mediante reglas claras enseñadas con asertividad.
Razón 9
En consecuencia, no funciona porque en vez de castigar, mejor formular reglas
claras al principio. Una educación basada en la interiorización de reglas y la
convicción de hacer lo correcto es más efectiva.
Razón 10
Cuando el castigo es el método de elección se pierden mejores alternativas
como ejemplificar o modelar la conducta deseada —lo que esperamos del niño— y
recompensar sus avances —por aproximaciones sucesivas— en dirección a la meta.
Razon 11
No es adecuado el castigo pues en nombre de la disciplina se cometen excesos y
abusos físicos y psicológicos que requieren terapia en la adolescencia o la
adultez.
Razón 12
Por otro lado, para evitar el castigo los niños aprenden estrategias de
evitación o escape —el aislamiento, manipulación, mentiras, entre otras conductas frecuentes—. Esto sumará más problemas.
Razón 13
El castigo funciona a corto plazo pero a largo plazo produce «habituación», es
decir, repetirlo hace que pierda su efecto con el tiempo. Hay niños que se
vuelven «resistentes» a la mano dura.
Razón 14
Es inadecuado porque los niños asociarán amor con sufrimiento. Una madre
refería que su hija pequeña le pedía castigo físico. Según me explicó, sus
compañeras de escuela compartían la creencia de que castigar era señal de
amor. Esto también parece ser el «credo» de tantos adultos que suspiran por
las nalgadas del pasado.
Razón 15
Una razón más patológica: la parentalidad perfeccionista impone estándares
elevados a sus hijos. El castigo es el método preferido cuando no se
satisfacen las «cuotas de excelencia». Aquí el problema no es la indisciplina
infantil, sino un probable trastorno obsesivo-compulsivo.
En definitiva, la disciplina asertiva es una alternativa que proporciona
reglas de conducta según la etapa infantil. Contrasta con el maltrato físico
por las razones que expuse. De esto hablaremos en próximas publicaciones. Si
te ha gustado el artículo, no dejes de comentar.
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