25 tipos de personas tóxicas


¿Tienes alguien envidioso a tu lado? ¿Tu pareja se molesta por todo? ¿No puedes lidiar con un jefe abusador? Estas personas tienen en común su grado de toxicidad. Seguramente has experimentado lo difícil que son las relaciones bajo estas condiciones. Hablemos de las personas tóxicas y cómo sobrevivir a sus ataques.

El HOMBRE/MUJER TÓXICO
En general es una persona cercana —tu pareja, tu jefe, tu compañero de trabajo, tu vecino, etcétera— que descarga sobre ti su negativismo, hostilidad, manipulación, vampirismo psicológico u otra conducta disruptiva. Frente a esto las reacciones son múltiples. Primero, surge la ansiedad, cólera, tristeza o frustración; segundo, te sientes mal contigo mismo y con menos autoestima; tercero, explotas o exudas hostilidad aunque seas una persona pacífica; cuarto, te sientes utilizado y sin energía; y quinto, solo descansas cuando esa persona no esta presente.


MÁS ALLÁ DE LAS ETIQUETAS
No me inclino a calificar a las personas como tóxicas. Mi mayor reparo se debe al uso de etiquetas. Rotular a alguien como tóxico es demasiado restrictivo según mi opinión. Los seres humanos somos una amalgama de atributos y/o cualidades imposibles de condensar en una etiqueta. Decir, por ejemplo, que fulano es «envidioso» o mengano es «arrogante» es una sobresimplificación que nos impide ver más allá.

Por otro lado, reconozco que existen patrones de conducta recurrentes y destructivos en las relaciones y asignarles una categoría —avaricioso, chismoso, manipulador u otras más— nos permite estar atentos a estas acciones y prepararnos mejor para hacerles frente. En este sentido, si veo la utilidad de las etiquetas.

LISTA NEGRA
Por eso me apoyaré en el libro «Kárate Mental, Como Gestionar Personas y Situaciones Difíciles», de Bernabé Tierno, quien hace una amplia clasificación de las personas tóxicas, para elaborar la siguiente lista:

El envidioso
No soporta tus éxitos y dedica su tiempo a expiar tus logros no para imitarte, sino para criticarte y resaltar todo cuanto haya en ti que sea criticable. Si te hace sentir mal, él se siente bien. Un proverbio árabe dice que «Solo se tiran piedras al árbol cargado de frutos». Si te envidia, es porque vales.

El descalificador y menospreciativo
Trata de minar y menoscabar tu autoestima, menospreciando lo que dices o haces, sea lo que sea. Duda de tus méritos y de tus esfuerzos, resalta tus errores, los magnifica y pone en tela de juicio tus triunfos.

El espíritu de contradicción
Es aquel que, sea cual sea tu opinión y por más que defiendas algo que es evidente, siempre te lleva la contraria, a ti y a todo el mundo. El no iniciado y desconocedor de este tipo de personas intenta una y otra vez dar razones más claras y demoledoras, pero pierde el tiempo.

El falso, embaucador y aprovechado
Vive con una permanente máscara, tratando de venderse como alguien que no es, mostrando una vida  que no tiene. Habla de sí mismo constantemente, ya sea para mostrarse como el mejor, el más rico, el más sacrificado, o bien el más denostado perseguido o vilipendiado. Lo que le importa es ser más que nadie, en lo que sea, para sentirse admirado o envidiado.

El conformista, el temeroso y acobardado
Prefiere quedarse donde está, que las cosas pasen y soportarlo todo sin rechistar. Su conformismo negativo y destructivo le impide tomar decisiones imprescindibles  en situaciones  críticas o cambiar cuando hay que cambiar. Su visión limitada y pobre de sí mismo y de la vida le instala en una monotonía recalcitrante  que contagia fácilmente a los demás y le impide crecer como persona, evolucionar y progresar.

El avaricioso
Su necesidad extrema de tener cosas y atesorar riquezas le lleva a necesitar cada vez más porque, por más que tenga, jamás se dapor satisfecho. Por eso, el problema más grave del avaricioso es que «teniendo, no tiene». Necesita tanto porque en realidad es el tipo más menesteroso y necesitado del mundo.

El chismoso correveidile
Para granjearse amistades y beneficiarse de algún modo, este cotilla de fábrica vive para airear todos los secretos de alcoba y las más escabrosas intimidades de todos. Él enriquece con toda clase de detalles lo que los demás no quieren que sea de dominio público bajo ningún concepto.

El astuto deshonesto y caza oportunidades
Vive de apropiarse ideas de los demás que sabe hacer suyas. Él triunfa porque hace trabajar a los demás prometiéndoles trabajo o cualquier tipo de ayuda; los pone a trabajar en proyectos que luego desecha, pero se queda con el sudor, el tiempo y las ideas de gente inocente, inteligente y trabajadora. Es un experto manipulador, sin conciencia ni principios.

El perfeccionista y eterno insatisfecho
Para él nada está bien y nadie lo hace nunca a su gusto. Tiene escondida una necesidad patológica de ser aceptado y reconocido que arrastra seguramente desde la cuna. Su rigidez le hace conflictivo, incómodo y hasta insoportable. El perfeccionismo puede degenerar en neurosis grave.

El quejica, quisquilloso y amargado
Tiene una visión pesimista y negativa del mundo,  de  la  vida  y de las personas. Para  él todo es un desastre y nada merece la pena. Su inestabilidad es contagiosa y enfermiza. Se ocupa en preocupar.

El irresponsable crónico, holgazán y caradura
Es lo que coloquialmente llamamos un viva la Virgen, que carga las propias responsabilidades y trabajos sobre las espaldas de algún bonachón. Sabe delegar en personas más competentes y se reserva para él los trabajos más fáciles y gratificantes, los reconocimientos y las felicitaciones.

El jeremías victimista
Se pasa la vida lloriqueando, haciéndose la víctima y demandando compasión. Decía Tácito que los que más se lamentan son los que menos sufren. Son peligrosos, pues desgastan tu energía cada vez que te cuentan lo mal que les va. No aceptan tus consejos, solo quieren compasión. Cuidado, no te vayas a convertir en víctima de un victimista porque estarás perdido.

El furibundo cascarrabias
La ira, su indignación, su rencor y su rabia son su mayor problema. Es imposible la convivencia con un cascarrabias, que  al tiempo es un iracundo compulsivo e irreflexivo, incapaz de serenarse y controlarse.

El manipulador fino
Pone a su servicio a los más vulnerables, tímidos, capaces, abnegados e incapaces de decir no. Se rodea de personas manipulables y obedientes, sumisas y que necesitan agradar, que a su vez son extraordinariamente capaces y trabajadoras en extremo; las pone a su servicio y hace que se sientan obligadas a hacer lo que él les encargue.

El guardián de la moral, justiciero «busca culpables»
Es hipócrita, vivo ejemplo del «sepulcro blanqueado» del que habla Jesús de Nazaret. Se ofende por todo; distorsiona todo aquello con lo que no está de acuerdo y carga los errores sobre los demás. Va de perfecto y justo por la vida, cuando es un amoral.

El trepa, despiadado, perverso
Va pisando cabezas, atribuyéndose méritos, pisando a los demás y criticándoles despiadadamente para minar su prestigio y quitarles la posición de privilegio y de prestigio y arrebatarles el puesto que ocupan.

El dependiente, sumiso, obediente y sin personalidad
Vive para satisfacer y agradar a los demás, de los que busca aprobación y protección. Tiene una baja autoestima y confía poco en sí mismo. Necesita que alguien le diga constantemente lo que tiene que hacer, le dé seguridad y le defienda.

El soberbio, arrogante y autoritario
Su complejo de superioridad le conduce a pensar que tiene la razón en todo, que está por encima del bien y del mal. Como el pavo real, se hincha como un globo, pero está vacío. Las malas formas le pierden.

El peleón
Irrespetuoso, provocador, hostil, terco, criticón, siempre está dispuesto «defenderse» atacando a la yugular. Le encanta llevar la contraria, incluso cuando está de acuerdo contigo. Es bravucón. Si oye o le dicen algo que afecta a su seguridad, se pone a la defensiva, dispuesto a iniciar el combate.

El adicto al trabajo
Trabaja bajo presión y cumple sus compromisos dentro del plazo previsto. Si es jefe, es muy exigente y no entiende que los demás necesiten desconectar y que la vida es algo más que trabajar a destajo.

El adicto a tener razón
Discute por todo de forma primaria y con violencia verbal como si le fuera la vida en que los demás se sometan a sus dictámenes. No tener razón le hace sentirse como desnudo, inseguro, sin entidad, desprotegido.

El cumplidor, seguro de sí mismo y francotirador
Trata a sus compañeros competentes y responsables con todo el respeto, porque se vuelcan en su trabajo y son eficaces como él. No soporta ni tolera a los incompetentes e irresponsables y menos a los gandules. No soporta a los jefes que no saben serlo ni a los que no saben mandar.

El chantajista
Sabe cosas de los demás que ellos no desearían por nada del mundo que salieran a la luz o que a ellos les da verdadero pavor que salgan a la luz. Conoce secretos inconfesables y amenaza con hacerlos públicos y arruinar la vida, la fama, el prestigio social, la paz y el equilibrio del hogar a personas a quienes tiene atemorizadas. Les hace chantaje pidiéndoles dinero, bienes o cualquier otra cosa valiosa a cambio de no hacer público su secreto. Es uno de los tipos más miserables.

El narcisista
Egocéntrico, inseguro, arrogante y presumido, solo sabe hablar de sí mismo hasta tal punto de que consigue exasperar a todos los demás. Está obsesionado consigo mismo, y si habla contigo es para que le expliques cosas de él.

El expansivo
Cree que el mundo le pertenece. No está consciente de sus límites e invade espacios físicos y/o psicológicos. Piensa tener el derecho de apropiarse y hacer  uso de objetos que no le pertenecen —ropa, libros, trabajos, proyectos etcétera—. Por supuesto su frase es: «Mejor pedir perdón que pedir permiso».

GUÍA DE SUPERVIVENCIA
La dificultad aumenta si lo que llamamos «tóxico» es realmente una «neurosis de carácter» o trastorno de personalidad como hoy se denomina. Recomendamos terapia psicológica en estos casos. De no ser así, puedes seguir estos principios para mantenerte a flote.

—Refuerza tu autoestima de diversas maneras pues es común recibir críticas, desvalorización y/o  ataques de una persona tóxica. Resiste y no te sientas menos que nadie.

—No permitas que te consuma el sentimiento de culpa. Entre las personas tóxicas, es frecuente manipular a los demás usando la culpa como espada.

—Si puedes terminar esa relación es mejor. No te beneficia en nada y, peor aún, deteriora tu salud.

—Si no puedes terminar la relación —la persona tóxica es la pareja o el jefe— aprende a poner límites físicos y psicológicos.

—Además de los límites, tu mejor aliado será el comportamiento asertivo que es una forma de comunicación donde haces valer tus derechos respetando a la otra persona.

—Necesitarás elevar la «tolerancia a la frustración» y soportar cada vez más situaciones desagradables.

—Reconoce tus propios patrones tóxicos que a veces te mantienen ligado a otra persona tóxica. Por ejemplo, una persona «sumisa» a menudo forma una alianza patológica con una persona «segura de sí misma» —por supuesto, a nivel inconsciente—.

—Evidentemente, busca la compañía de personas tónicas, aquellas que sacan lo mejor de ti, están de buen humor y tienen madurez emocional.

En nuevas publicaciones hablaremos de las personas tóxicas en el trabajo. Te invito a registrarte gratuitamente a nuestro boletín para que no pierdas las actualizaciones de este blog.

Psicólogo Renzo Ängel
rbenvenuto@doctor.com

Publicar un comentario

0 Comentarios