7 enseñanzas de tu niño interior


Los niños tienen mucho que enseñarnos: ausencia del ego, desapego, autoaceptación, etc. Estas son facetas que hemos olvidado al convertirnos en adultos. Afortunadamente, podemos rescatar los aspectos positivos de nuestro niño interior. Tal como decía Carl Jung: "Quien mira hacia adentro despierta". He recogido 7 enseñanzas del mundo infantil:

1. Indiferencia hacia el futuro
La sabiduría del momento presente es una virtud en los niños. Aprender a disfrutar el "aquí y ahora" es una actitud que nos mantiene saludables como enseña el budismo. Por el contrario, siendo adultos nos preocupamos demasiado imaginando un futuro catastrófico. Esperamos siempre lo peor como podemos ver en las publicaciones difundidas a través de las redes sociales, televisión, prensa escrita, etc. Según Eckhard Tolle: "La gente tiende a residir más en las cosas negativas que en las positivas. Por tanto, la mente se obsesiona con las cosas negativas, con juicios, culpa y ansiedad producida por pensamientos sobre el futuro". 

2. Desapego del pasado
"Lo pasado pisado" como dice la frase. Aunque, mayormente la olvidamos. Somos "víctimas del pasado" de muchas maneras: heridas, rencores, recuerdos, traumas, etc. Lo mejor que podemos hacer con el pasado es "dejarlo ir" y pasar la página. El pasado es solo una perspectiva que hemos construido y que puede cambiarse. Los niños no viven a la sombra del pasado. Aún las rencillas o peleas infantiles suelen olvidarse al día siguiente. Dice un proverbio árabe: "Cuando algún amigo nos ofende, debemos escribirlo en la arena para que el viento del olvido se lleve sus palabras".

3. Autoaceptación incondicional
La autoaceptación incondicional es más saludable que la autoestima. Cuando nos aceptamos a nosotros mismos con virtudes, pecados, cualidades, defectos, aciertos y errores tanto física como psicológicamente, le abrimos la puerta a la tolerancia. Esto incluye la tolerancia con la propia imagen. Recientemente, una empresa publicitaria reunió a 50 personas preguntando: Si pudieras cambiar una sola cosa de tu cuerpo ¿qué cambiarías? Las respuestas fueron diversas: "mis orejas, mi estatura, mi frente, mi piel..." Todas ellas rechazando partes de si mismas. Cuando le hicieron la misma pregunta a algunos niños, respondieron: "No creo que haya nada que cambiar", "en realidad a mí me gusta mi cuerpo". Yo te pregunto: ¿Cuál actitud es más saludable?

4. Libres de ansiedad del ego
Según el Dr. Albert Ellis la idea de que "para considerarse uno mismo valioso se debe ser muy competente, suficiente y capaz de lograr cualquier cosa en todos los aspectos posibles" es una creencia irracional y perturbadora. Es irracional porque es imposible ser perfectos y competentes en toda situación. Las personas que mantienen esta creencia padecen ansiedad constantemente tratando de demostrar lo valiosas que son. En el fondo, existe una baja autoestima. La frase: "Dime de qué presumes y te diré qué te falta" resume la idea. En cambio, los niños son libres de ansiedad del ego. Ellos no tienen la necesidad neurótica de probar su valor a todo el mundo. Ellos se sienten suficientemente valiosos.

5. Despreocupación por la opinión de los demás
En sintonía con lo anterior, los niños se preocupan menos por la opinión de los demás. Lao Tzé decía: "Preocúpate por lo que otros piensen de ti y siempre serás su prisionero". Cuando le asignamos más importancia a la opinión ajena, postergando nuestros deseos, ideas, preferencias, etc., somos desleales con nosotros mismos. Los niños suelen vivir con saludable indiferencia en este aspecto. En realidad estas preocupaciones empiezan en la adolescencia como necesidad de pertenecer al grupo de pares. Te dejo una frase que me encanta: "Mi vida no es opinable".

6. Relaciones auténticas
Al preocupamos menos por la opinión de los demás, nos mostramos sin "maquillajes". Entonces las relaciones fluyen sin necesidad de máscaras ni apariencias. Somos tal como somos. Inclusive aceptamos las diferencias sin poner barreras. La amistad que surge en tales condiciones, es más profunda y duradera. Entonces aún la amistad entre un zorro y un niño es posible: "No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo". -El Principito

7. El valor del juego
Para el niño jugar no es un lujo sino una necesidad. A través del juego los niños aprenden a compartir, ganar, perder, socializar, tolerar, respetar límites, soñar, asimilar la realidad, etc., pero hay una lección adicional del juego infantil: espontaneidad. En nuestro afán de encajar en el mundo adulto, hemos olvidado el valor de la espontaneidad. Entonces nos apegamos a las reglas obsesivamente porque contienen la promesa de un mundo seguro y predecible. Pero no todo está perdido. Salvemos a nuestro niño interior. Decía Pablo Neruda: "El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta".

Espero que te haya gustado el artículo. Ciertamente, la infancia también contiene algunos aspectos negativos debidos a la violencia familiar, estilos de crianza, bullying, etc. Esto produce secuelas emocionales que es preciso abordar. Sin embargo, aquí he tratado de rescatar lo positivo de nuestros primeros años.

Psicólogo Renzo Angel Benvenuto
rbenvenuto@doctor.com

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